LA OSCURIDAD QUE IMPREGNA EL AMOR



LA OSCURIDAD QUE IMPREGNA EL AMOR

Lugar creado para dar espacio a los oscuros escritos que se tatúan como runas espectrales en la piel del dolor, todas las palabras se mojan en lágrimas de lamentos interminables y se escriben prácticamente solas en hojas de papel desgastado y corroído por la realidad que se vive en un mundo lleno de vástagos de las tinieblas, herederos del terror que buscan en la opacidad de la noche, un rincón donde poder dar rienda suelta a sus odios y donde poder conseguir mantener ocultos sus máximos temores y sus más mórbidos sentimientos, logrando encarcelar su indescriptible y casi inalcanzable amor presente. Este espacio surge para dar luz y color a todo aquello que permaneció oculto por miedo a no ser apreciado, ser amante de la oscuridad y la noche y ver en esas dos damiselas, las cómplices perfectas para escribir, imaginar y recordar todo lo que el corazón desea con fervor.



SE MOLDEA UNA HISTORIA

Cada día nace una idea en papelillos de mi escritorio, en servilletas con sobras de alimentos mañaneros, en archivos del computador de mi trabajo... Se moldea una historia de muerte y fascinación por la bestia interna, por ese ser sin escrúpulos que decide salir de vez en cuando y nos ahoga en adrenalina... Se escribe una historia con sangre de más santos que pecadores, se escribe con dolor, pasión, crueldad e improvisación. Se escribe también con amor, con pasión, lujuria y deseo por el sexo femenino, se escribe en la espalda húmeda de una mujer desconocida en cama ajena.


Juan Guillermo Gutiérrez Aragón.


sábado, 10 de enero de 2015

Noche de tranquilidad destruida por...


Con la caída de la noche los ojos se apagaban lentamente, el cansancio se apodera de mis músculos y el cuello se reclina lentamente sobre mi hombro derecho, las heladas sábanas y cobertores proporcionan una confortable sensación a mi cuerpo, el suave frío empieza a entrar por la ventana y el sueño se apodera de mi cansado cerebro, con el transcurrir de las horas el calor se hace insoportable, las piernas comienzan a escapar hacia el fresco ambiente de la habitación, de repente ocurre lo impensado, algo que destruye toda muestra de tranquilidad ofrecida por aquella suave y cómoda cama... un asqueroso zumbido hace parar de punta los vellos de mis brazos, frunce mi ceño, abre abruptamente mis ojos, tensiona mi brazo derecho y manda un golpe seco con mis dedos como emisarios, chocan de forma brusca contra mi oreja, la furia me invade y mi rostro está desencajado, tomo la almohada con todas mis fuerzas y aquella empieza a sacudirse con enojo por los aires, busco con odio a aquel pequeño zancudo, vuelve a pasar sorpresivamente por mi oído, posee facultades de super-héroe, invade mi rostro sin que me de siquiera cuenta de ello, la tercera vez intenta introducirse por mis fosas nasales, el odio crece con naturalidad, el desconcierto se apodera de mi cabeza, miro a todas direcciones con el ánimo de encontrar soluciones, estoy desesperado, intranquilo,... quiero gritar, la cuarta vez pasa por mi oreja nuevamente, es su fin, la cachetada seguro dejo roja mi oreja y parte de mi mejilla, pero en la palma... la muerte, mi sangre, sus vísceras, las partes de su cuerpo desmembradas y semidestruidas se esparcen entre milímetros cuadrados de la parte anterior de mi mano, ensucio mi pared con su diminuto cuerpo, una linea de partes de insecto mezclada con sangre humana dibuja una tímida línea, que dibuja una pelea de los mil infiernos, mi cuerpo se tumba extenuado por aquella batalla de madrugada y entro de nuevo en reposo absoluto, la victoria se transmite en mi sueño, al fin puedo volver a dormir... (otro zumbido)... tapo mi cabeza con las cobijas... estoy exhausto.


Juan Guillermo Gutiérrez Aragón.

viernes, 9 de enero de 2015

NO TITLE

Deambulo por esta esquina donde dos canes jugaban hace contados instantes y realmente parecían disfrutarlo, la verdad me importa muy poco la alegría ajena, doy vueltas enredado entre centímetros de pavimento que parecieran atraparme en un círculo vicioso e interminable de rondas sin sentido, camino de un lado a otro, intranquilo, pensativo, furibundo, fumo mi cigarrillo con calma, es lo único que me proporciona tranquilidad... se consume lentamente, aspiro cada poco y casi olvido en un instante que tan sólo quince segundos antes había aspirado aquel sabroso y espeso humo, no me concentro realmente y la verdad no se porque sentí ganas de fumar, es algo que siempre tengo presente... pero ahora, ¡lo había olvidado!, no puedo creer que lo olvide, eso me sacaba de quicio, casi sentía ganas de tirar aquel filtro de cáncer al suelo, pero estaba adherido a mis dedos, como si un adictivo pegante lo impidiera, olvidé por un momento inclusive, porque me detenía a pensar en el cigarrillo, de igual forma seguí aspirando aquel revitalizante humo mientras no encontraba una tercera respuesta y sin darme cuenta... estaba lanzando la colilla le algodón envenenada... casi inmediatamente una flama se encendía frente a mi nariz, ya había introducido en mi boca el último cigarrillo que se guardaba con recelo entre mi cráneo y mi oreja derecha, nuevamente la nicotina empezaba a incendiarse, mi cerebro buscaba nuevamente respuestas y el ciclo de la desesperación se activaba de nuevo bajo las zuelas de mis zapatos.


Juan Guillermo Gutiérrez Aragón.