LA OSCURIDAD QUE IMPREGNA EL AMOR



LA OSCURIDAD QUE IMPREGNA EL AMOR

Lugar creado para dar espacio a los oscuros escritos que se tatúan como runas espectrales en la piel del dolor, todas las palabras se mojan en lágrimas de lamentos interminables y se escriben prácticamente solas en hojas de papel desgastado y corroído por la realidad que se vive en un mundo lleno de vástagos de las tinieblas, herederos del terror que buscan en la opacidad de la noche, un rincón donde poder dar rienda suelta a sus odios y donde poder conseguir mantener ocultos sus máximos temores y sus más mórbidos sentimientos, logrando encarcelar su indescriptible y casi inalcanzable amor presente. Este espacio surge para dar luz y color a todo aquello que permaneció oculto por miedo a no ser apreciado, ser amante de la oscuridad y la noche y ver en esas dos damiselas, las cómplices perfectas para escribir, imaginar y recordar todo lo que el corazón desea con fervor.



SE MOLDEA UNA HISTORIA

Cada día nace una idea en papelillos de mi escritorio, en servilletas con sobras de alimentos mañaneros, en archivos del computador de mi trabajo... Se moldea una historia de muerte y fascinación por la bestia interna, por ese ser sin escrúpulos que decide salir de vez en cuando y nos ahoga en adrenalina... Se escribe una historia con sangre de más santos que pecadores, se escribe con dolor, pasión, crueldad e improvisación. Se escribe también con amor, con pasión, lujuria y deseo por el sexo femenino, se escribe en la espalda húmeda de una mujer desconocida en cama ajena.


Juan Guillermo Gutiérrez Aragón.


martes, 18 de enero de 2011

LA GRIPOSA GRIPE

Cuando te creía perdida, cuando te pensaba apartada
cuando al no verte desfallecía, en mis tardes atareadas.
De pensar en no verte, de impaciencia me llenaba
de creerle a mi mente, por tu presencia aguardaba.

Sin pensármelo dos veces, y con mi mirada perdida
imaginaba las pestes, que contigo a gritos pedía
Las tardes de convalecencia, que en la cama me hacían desfallecer
se convirtieron en paciencia, cuando mi televisor empezaba a ver.

Hace tiempo no te tengo, y sin querer te extraño
hace rato que por ti no vengo, a mi cama treinta y tres veces al año
Lo cierto es que yo no dejo, de esperar con paciencia el día
en que sienta que me desmadejo y salir con incapacidad del trabajo por unos dos o tres días.


Juan Guillermo Gutiérrez Aragón.

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