LA OSCURIDAD QUE IMPREGNA EL AMOR



LA OSCURIDAD QUE IMPREGNA EL AMOR

Lugar creado para dar espacio a los oscuros escritos que se tatúan como runas espectrales en la piel del dolor, todas las palabras se mojan en lágrimas de lamentos interminables y se escriben prácticamente solas en hojas de papel desgastado y corroído por la realidad que se vive en un mundo lleno de vástagos de las tinieblas, herederos del terror que buscan en la opacidad de la noche, un rincón donde poder dar rienda suelta a sus odios y donde poder conseguir mantener ocultos sus máximos temores y sus más mórbidos sentimientos, logrando encarcelar su indescriptible y casi inalcanzable amor presente. Este espacio surge para dar luz y color a todo aquello que permaneció oculto por miedo a no ser apreciado, ser amante de la oscuridad y la noche y ver en esas dos damiselas, las cómplices perfectas para escribir, imaginar y recordar todo lo que el corazón desea con fervor.



SE MOLDEA UNA HISTORIA

Cada día nace una idea en papelillos de mi escritorio, en servilletas con sobras de alimentos mañaneros, en archivos del computador de mi trabajo... Se moldea una historia de muerte y fascinación por la bestia interna, por ese ser sin escrúpulos que decide salir de vez en cuando y nos ahoga en adrenalina... Se escribe una historia con sangre de más santos que pecadores, se escribe con dolor, pasión, crueldad e improvisación. Se escribe también con amor, con pasión, lujuria y deseo por el sexo femenino, se escribe en la espalda húmeda de una mujer desconocida en cama ajena.


Juan Guillermo Gutiérrez Aragón.


martes, 7 de diciembre de 2010

EL HERMANO DE LA MUERTE

¿Por qué no hacer lo que se nos venga en gana?, solamente por variar
permitir que todo fluya y dejar los errores simplemente pasar,
porque no subirnos a un tejado y empezar a reír y a llorar
iniciar a hacer cosas que seguro de alegría nos han de llenar,
cosas que nos hagan ser libres, como iniciar un viaje a altamar.

¿Por qué no matar a quien nos hace daño?, solamente por probar
no impedir que por el suelo su sangre corra y a placer dejar a la víctima gritar,
tal vez con mis toscas manos colgarme en su cuello y empezar a apretar
y volverme uno sólo con su dolor y nunca dejarlo escapar,
estar seguro de que con mi machete su cuerpo puedo despedazar.

¿Para qué tener misericordia?, simplemente por sorpresa atacar
directo y sin remordimiento, de su cuerpo el alma arrancar,
imaginarse bañado en la sangre del débil y su cuerpo empezar a destripar
facilitarle el trabajo a la muerte para que a muchos no los tenga que esperar,
ponerse el traje de verdugo y así a la muerte emular.


Juan Guillermo Gutiérrez Aragón.

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